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En Maguncia también se forjó el destino del diseño gráfico y la comunicación moderna

En la segunda parte del texto de Joan Costa sobre el 550º aniversario de la muerte de Gutenberg y el legado revolucionario de la imprenta tipográfica.

En Maguncia también se forjó el destino del diseño gráfico y la comunicación moderna
El investigador, catedrático y ensayista Joan Costa compartió sus reflexiones desde Barcelona.

La materia del grafismo, lo que lo hace trazable, manejable y visible, es la línea. La sequedad mínima que la línea, ella misma contracción pura que urge del gesto, energía biológica, con sus arabescos, garabatos y trazados. Negro sobre blanco. En la hoja de papel, el lápiz fija un punto y hace fluir la línea que se convierte en letra, en pájaro, en laberinto. El filosofo alemán Walter Benjamín habla de línea gráfica, línea de escritura, línea de la geometría y línea de signo absoluto, o sea el arte.
El primer libro impreso por Gutenberg fue la famosa “Biblia de 42 líneas” en referencia a las líneas de texto por página que abarcaba. La iglesia alemana fue la primera clienta, pero con la condición de que el escrito resultante pareciera escrito a mano, para lo cual fue preciso fabricar trescientos caracteres.
Gutenberg era un humanista y el encargo de que la Biblia pareciera caligrafiada le hizo pensar. ¿Cómo hacer que la fragmentación propia del sistema tipográfico, hecho letra a letra, signo a signo, pudiera parecerse a la letra ligada a la escritura manual? Encontró la idea en las abreviaturas: et, etc y otras. Esas letras podían darse en una sola unidad tipográfica, un solo punzón y una misma fundición en plomo. Siguiendo esta lógica encontró aquellas palabras que repiten unas mismas letras juntas. Así llegó a los conjuntos que además de establecer ligaduras con los textos, imitando al manuscrito ahorraban tiempo a los tipógrafos y cajistas.
Gutenberg quiso darle un nombre a esas letras ligadas. Si cada tipo se llama así porque cada signo alfabético tiene una forma, un tipo diferente, esos signos ligados no provenían del alfabeto venían de las palabras. Del griego “logo” que significa palabra, discurso, Gutenberg tomó el prefijo y le añadió el sufijo “tipo”. Acababa de inventar el logotipo.
Hubo un momento, por cierto poco conocido, en que la imprenta de Gutenberg, pionera del diseño gráfico, se cruzó con el pionero del diseño industrial, Leonardo da Vinci, el primer artista industrial designer de la historia. Leonardo había imaginado una prensa de impresión en la que aparece por primera vez la noción de automatismo. El prototipo en madera de esta prensa se encuentra en Clos-Lucé, junto al castillo d’Amboise, en Francia, que fue la morada de Leonardo y en la que murió, hoy convertida en museo donde se conservan las invenciones mecánicas del genio italiano.
La invención de la tipografía tuvo un enorme eco cultural en toda Europa. La fiebre impresora se fue extendiendo por el mundo y la multiplicación de las imprentas hizo que el conocimiento de la humanidad, al ampliarse, se tornara inaccesible para los usuarios de la época. Fue necesario entonces compilarlo y sintetizarlo en obras monumentales obras enciclopédicas como las de Diderot o D’Alembert. Hijos de la Ilustración francesa fueron pioneros en trabajos que debían impulsar la razón sobre la revelación y la ciencia sobre la superstición.
Gutenberg había logrado, por fin, el efecto más ambicioso de cuántos se propuso al cabo de una vida intensa en que el ingenio y la invención probablemente no podrían haber triunfado sino se hubiesen complementado con un empeño, una paciencia y una tenacidad infinitas, atributos esenciales de un verdadero artista.

Redacción Adlatina

Por Redacción Adlatina

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