Publicidad Argentina

EL ESPACIO DE ALBERTO BORRINI

Trump confiesa: “No estaría aquí si no fuera por las redes sociales”

El columnista de Adlatina recuerda a los políticos de la historia que se comunicaron con sus electores por fuera de los medios tradicionales.

Trump confiesa: “No estaría aquí si no fuera por las redes sociales”
Borrini: “Las redes son el único contrapeso para equilibrar y superar el mensaje opositor de los medios masivos que más influyen en la opinión pública”.

Donald Trump se sinceró: “No estaría aquí si no fuera por las redes sociales”. Muchos de sus partidarios desearían que dejase de usar Twitter para gritar las bravatas que lo complican a él, a los republicanos y a sus conciudadanos, pero parece tener muy claro que las redes son el único contrapeso para equilibrar y superar el mensaje opositor de los medios masivos que más influyen en la opinión pública.
Trump encontró en las redes un medio a su medida. Lo usa a destajo para enfatiza las noticias que le convienen, y para intercambiar amenazas nucleares con su par de Corea del Norte. Si a la campaña de Barack Obama en 2008 pasó por pionera en el uso de la Internet, Trump se perfila como el responsable de otra fractura en la evolución tecnológica del proselitismo.
La historia de la comunicación política en los Estados Unidos, país que fijó las pautas de la evolución mundial del género, no comenzó con anuncios, como tampoco sucedió en nuestro país. El primer medio a principios del último tercio del Siglo XIX fue el porche de la residencia del candidato en cuestión, improvisada tribuna desde la cual arengaba a los vecinos. No hacían falta encuestas para saber las reacciones de la audiencia. Tampoco había que esperar mucho para conocer si había acertado con el discurso y confiar en que sería elegido.
Podríamos llamar, a este candidato artesanal, “político doméstico o vecinal”. El “ferroviario, o ferrocarrilero”, nació con el postulante o funcionario que salió de de su estrecho ámbito, y para ampliar el radio de su campaña; trepó entonces al balcón trasero del ferrocarril para llevar su discurso a nivel provincial o nacional. El convoy se detenía en las estaciones más importantes de la línea para arengar a la concurrencia que partidarios.
Entre nosotros, según el autorizado juicio de Félix Luna, el primero en utilizar el ferrocarril fue Bernardo de Irigoyen, candidato de la Unión Cívica Radical que, en 1891, fue vencido por el conservador Luis Sáenz Peña.
Pero durante mucho tiempo reinó la oratoria, encarnada en políticos con gran poder de persuasión por su verba florida, que el inolvidable humorista Jardiel Poncela llamó “fuerza ciega de la naturaleza”.
Grandes oradores argentinos fueron Bartolomé Mitre, Nicolás Avellaneda y Lisandro de la Torre. Pero a medida que avanzaban los adelantos técnicos (nadie hablaba todavía de tecnología), la comunicación política se fue haciendo más complicada. Hasta la radio el país todavía jugaba en primera, porque comenzó simultáneamente, en los años 1920, con los Estados Unidos. Pero la televisión llegó con varias décadas de retraso. Kennedy pasa por ser el primer “candidato electrónico” en la década de 1960, pero el que realmente calificó plenamente para el título fue Ronald Reagan, 20 años después. Llamado “Erroll Flynn de segunda”, le bastó para llevar la comunicación a un campo en el que puede más la fotogenia y la interpretación que las ideas, las propuestas y hasta las promesas. Así no fue y nos va, pero no escarmentamos.
Trump encarna al político que más ahonda en el paradigma infinito de la internet. Y tiene mucha compañía. El diario opositor del gobierno venezolano, Tal Cual, acaba de cerrar su edición en papel con un título tamaño catástrofe en su portada: “Maduro, seguimos en la web”. El medio más difícil de controlar, sin fronteras y del cual se nutre la prensa de todo el mundo. 

Alberto Borrini

Por Alberto Borrini

Compartir nota